La merienda, creeí que comería más, me sobro una manzana, tal vez era para alguien no invitado, chin! se las hubiera lanzado a los tordos, que por cierto no vi ninguno, me extraña ya que son unos carroñeros, tal vez no vieron en mi una victima potencial, que tanto es una toronja, dos manzanas, una rebanada de pastel y mi bebida relajante, todo me supo tan bien, ese sabor a soledad dulce.
El viento frió cala en los huesos y dedos desnudos, no me importa! lo soporte como toda dama a la intemperie, lo único incomodo fue, tener que desarmar tu casa provisional para ir al baño, jajajaja.
Lo que aprendí ese día, estimada amiga mia (yo) sigue tus impulsos esensuales más seguido, podrías ser más feliz.
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